Oasis de Siwa

Hoy se une a nuestro grupo Miguel Ángel Ferrer como colaborador. Te damos la bienvenida a Descubrirmundos.com.

   Egipto: agua, arena…y piedras con las que construir una historia de más de 5000 años. El nombre evoca, por si solo, innumerables imágenes míticas, ya sea desde los libros de texto de nuestra niñez, o desde las pantallas de cine y televisión. Durante mi juventud más temprana, me acompañó el sueño de visitar un lugar así, donde convergen tantas posibilidades de aventura. Tan solo el vuelo de casi 6 horas, atravesando el Mediterráneo ya lo fue para alguien como yo: que nunca había ido más allá de las ciudades peninsulares y alguna isla canaria.

   Llegué a El Cairo, y sin apenas descanso, volé de nuevo a Aswan. A medianoche, un coche me condujo a través de su famosa presa hasta el barco que me llevaría por el Nilo de nuevo a El Cairo; después de visitar lugares mágicos, de los cuales, si hay oportunidad de ello, no me importaría dar cuenta en otra ocasión. La cosa era que quería hacer algo diferente. Así que de nuevo en mi transporte particular, puse rumbo hacia Marsa Matruh, pasando por Alejandría, y desde ahí, directos, nunca mejor dicho, al misterioso oasis de Siwa, en total 600 km, de los cuales, los últimos 300 de paisaje desértico. Todo un emocionante periplo.

   Me alojé en un tranquilo y peculiar complejo a las afueras de Siwa. Necesitaba un descanso reparador para poder descubrir con nuevos bríos los fantásticos lugares que, en los siguientes cuatro días, me esperaban en mi nuevo destino: un recóndito paraíso en un mar de arena.
   Al día siguiente, ya en el pueblo, pude visitar la fortaleza de Shali, con sus edificaciones hechas a base de sal, piedra y arcilla, y dada su ubicación, tener una panorámica privilegiada de todo el contorno.

También visité, entre otros lugares, el templo del oráculo de Amón, consultado en su tiempo por el mismísimo Alejandro Magno. O el curioso estanque de Cleopatra, donde se dice que solía bañarse la última reina de Egipto…y que yo, no pude dejar de pasar la oportunidad de hacer lo propio.

Baño que repetí en las salubres aguas de sus salineras, de donde extraen la sal que abastece a todo Egipto,  sintiéndome flotar como un astronauta en el espacio

  Pude sobrecogerme con las espectaculares vistas del oasis desde la Montaña de los Muertos. Oradada por innumerables tumbas de la era ptolemaica. Visita obligada me pareció, el adentrarme en el inmenso campo de dunas del Mar de Arena, zona desértica del Sáhara, el tercer campo de dunas más grande del mundo.

Tomar el té sobre su fina arena, visitar la zona de fósiles marinos, en lo que antiguamente fue el lecho de un mar…surfear sobre una tabla, o desde el interior de un 4×4 sobre las enormes olas de arena, es una de las experiencias más divertidas que recordaré en la vida.

Y no menos terminar el día cenando junto a otros visitantes, incluidos alegres y pacíficos lugareños, sobre alfombras y cojines colocados entre luces de gas, y bajo el impresionante cielo estrellado de la noche del desierto

No quiero extenderme en demasía, si es que no lo he hecho ya, hay mucha información sobre el lugar, aunque a mí realmente me bastó con saber que era un oasis bajo las estrellas, y alejado de todo.

Mi último recuerdo es para la isla de Fatnas, en el mismo lago del oasis de Siwa. Contemplar la puesta de Sol, sentado junto al agua, y tomando un típico refresco del lugar, es suficiente escenario para llenar amplias zonas desérticas del alma.