OESTE DE ESLOVENIA EN 6 DÍAS

DE LOS ALPES JULIANOS AL MAR

Eslovenia es uno de los países que pertenecían a la antigua Yugoslavia y se nota en varios matices. Pero también tiene cosas en común con Alemania, Austria, Italia y Suiza. Además, muchos turistas de estos cuatro países pasan sus vacaciones en Eslovenia. Pudimos notar estas influencias diversas en nuestro corto viaje.

 Nosotros llegamos por tierra desde Italia. Es una buena opción ya que suele haber más vuelos directos procedentes de España a Venecia-Marco Polo o Bolonia- Guglielmo Marconi, ambas a una distancia razonable para alquilar un coche. Nosotros volamos con Ryanair, y alquilamos el coche también con ellos porque nos ofrecieron un bono y probamos (https://www.ryanair.com/es/es/planear-viaje/extras-de-viaje/por-que-alquilar-un-coche-con-ryanair): fue una experiencia mejor de lo previsto, ya que son de bajo coste tanto el rent-a-car que habíamos escogido (https://www.sicilybycar.it) como la compañía aérea. En otro post contaremos por qué escoger lowcost, pros y contras, siendo viajeros responsables.

Adicionalmente, es posible aprovechar esta opción de vuelo para visitar o revisitar el norte de Italia.

Eslovenia no es un país grande por lo que las distancias entre los lugares son cortas. Si hay mejor presupuesto y/o menos tiempo, Liubliana, la capital eslovena, tiene un aeropuerto internacional para comenzar desde allí el viaje. Eso sí, no hay vuelos directos desde España.

La frontera eslovena es accesible desde Italia por Udine, hacia el norte, o por Trieste, hacia el sur. Nosotros tomamos por el medio de ambos y entramos por Gorizia, una ciudad con dos nombres –en italiano y esloveno- que tiene un castillo antiguo.

ENTRANDO EN LAS MONTAÑAS ESLOVENAS- BOHINJSKO JEZERO

Inmediatamente después del paso de la frontera (en realidad existe sólo sobre el papel, puesto que son los dos países de la Unión Europea) se toma la carretera 103, bien asfaltada, que serpentea al compás del río Soča (Isonzo en italiano) porque aprovecha el poco espacio que hay en el valle encajado entre montañas. Podemos disfrutar en el trayecto de esta bonita garganta.

Poco antes de llegar a Tolmin, que no tenemos tiempo de visitar, nos desviamos a la derecha por la carretera 102 hacia Most na Soči: un pueblo junto a un embalse pintoresco, cuyas aguas tienen el mismo espectacular tono verde esmeralda que el río Soča.

El sistema fluvial esloveno sigue ayudándonos a atravesar estos valles tan montañosos de los Alpes Julianos: cambiamos a las orillas del río Idrijca brevemente, aún en la carretera 102, pero luego tomamos hacia la izquierda por la 403, esta vez junto al río Bača.

Sólo lo abandonamos cuando la carretera pasa a ser poco más que una pista asfaltada llena de curvas muy cerradas, que atraviesa verdísimos valles con sus casitas e iglesias de postal, y seguimos por la 909 hacia Bohinjska Bistrica. Finalmente, cogiendo la 209 hacia Stara Fuzina, ya en la ribera del lago Bohinj (Bohinjsko Jezero), el más grande de Eslovenia, llegamos a nuestro destino de estos primeros días. Al pasar vemos una iglesia blanca muy coqueta, con frescos en el exterior, que tendremos oportunidad de apreciar en otro momento. El apartamento que hemos alquilado (Apartments and Rooms Ražen) está junto a la calle principal de Stara Fuzina, ya en el Parque Nacional Triglav. Es una casita de cuento, con su balconada llena de geranios hiedra o gitanillas, rojas y fucsias.

El pueblo es pintoresco, muy turístico pero tranquilo. Hay pocos restaurantes abiertos hasta tarde, así que vamos al Foskner, un local donde camareros jóvenes y eficaces sirven hamburguesas a la brasa y gulasch, con cervezas artesanas, a buen precio.

GARGANTA DEL MOSTNICA Y LAGO BOHIJN

La ventaja de tener un apartamento bien equipado para unos días, también con cafetera y tostadora, es que podemos preparar nuestro desayuno. Tiene buena calefacción además, aunque en septiembre aún no es muy necesaria.

Desde Stara Fuzina salen numerosas excursiones por todo el Parque Nacional Triglav. Es un buen sitio de referencia para conocer la zona.

En el primer día por allí, desde la casa salimos a pie para iniciar la excursión del río Mostnica hacia la cascada que se llama igual, subiendo junto a la garganta kárstica. Es un recorrido bastante fácil por un camino bien acondicionado, bueno para ir con niños o gente no habituada a andar mucho.

En muchos lugares de Eslovenia las atracciones naturales, tipo gargantas o cascadas, son de pago. La del Mostnica no es una excepción, si bien es de las más asequibles: para entrar hay que pagar 3 euros por persona. Hay dos restaurantes, por lo que no hace falta llevar comida: uno hacia la mitad, con mejores precios, y otro muy cerca de la cascada. Entre ida y vuelta son unos 11 kilómetros, un poco menos si se coge el aparcamiento de pago (otros 5-10€ por coche). Se ve el pico Triglav al fondo, la cumbre más alta de Eslovenia, que queremos visitar en otra ocasión.

Habíamos leído que esta garganta es más pintoresca que la famosa de Vintgar, por lo que elegimos Mostnica. La primera parte del recorrido, antes de la caseta donde se paga y el primer kilómetro justo después, es la más espectacular. Se camina a un lado del río, junto a la zona más profunda de la garganta. Es una subida suave, a ratos más empinada, con algunos falsos llanos continuando hacia el valle de Voje, al final del cual está la cascada. En la época del año que fuimos no tenía tanto caudal, pero en tiempo de crecidas debe impresionar más. Sin embargo, entonces puede ser menos practicable el camino por el barro.

Comimos a la vuelta y por la tarde aún tuvimos tiempo de acercarnos a la popular cascada de Sovica. No llegamos a ella ya que volvían a cobrar por un paseíto de 20 minutos… En su lugar, hicimos una ruta circular alrededor el precioso lago Bohijn, rodeado de montañas, espectacular a esta hora. Son 12 km en total, en terreno completamente llano. Es muy recomendable, en especial conviene hacer el sendero más largo que está al norte, entre la ladera y el lago; el lado opuesto va junto a la carretera, es más ruidoso y queda más alejado del agua.

Para terminar el día fuimos al restaurante-pizzería Gostilna Bohinj pr’ Mihovc, justo al lado de la casita donde nos alojábamos. Cenamos sopa de champiñones, pizza con verduras y carne ahumada, y pasta con salmón y nata. Todo estaba bastante bien preparado, pero tardaron mucho en sentarnos, nos movieron de mesa y la comida también se hizo esperar demasiado. El trato fue correcto, eso sí, y el lugar es agradable y el precio razonable.

BLED, LA PERLA ESLOVENA. – EN PIRAGUA POR EL LAGO BOHIJN

Bled, con su lago y su castillo, forma un marco encantado donde no te cansas de hacer fotos. ¡Y todas salen bien! Es una de las localidades más fotogénicas que se pueden visitar… y eso que es muy pequeño, tiene poco más de 8.000 habitantes.

Así que el tercer día en Eslovenia teníamos que verla con calma. Fuimos por la mañana y descubrimos que aparcar sin pagar 5€ o más es casi misión imposible. Finalmente encontramos la que nos pareció la mejor solución: el parking al aire libre junto al Ayuntamiento, donde pagas por horas y no por todo el día (si te quedas todo el día, mejor otras opciones más lejos del centro, en terrenos de tierra apisonada con cobrador a la entrada). Recorrimos a pie el centro, especialmente el parque junto al lago glacial, en medio del cual está la iglesia de peregrinaje de Nuestra Señora de la Asunción; también subimos al castillo medieval, del s XI, y entramos en la iglesia gótica-neogótica de San Martín. Si vais a estar más tiempo, podéis mirar esta página oficial:  https://www.bled.si/en/what-to-see-do/attractions/.

Nosotros quisimos ver el otro lado del lago, así que fuimos en coche, y comimos por allí bocadillos que llevábamos. Hay bancos de madera en un paseo de madera también, acondicionado junto al agua, frente a la isla.

Más tarde visitamos la zona de Vintgar, caminando por algunos senderos cercanos, aunque el paseo turístico por pasarelas de madera en la garganta lo dejamos para otra ocasión, que imaginamos más espectacular cuando haya más agua en el río. La entrada cuesta 10€ y no para de subir, igual que el parking, que también es de pago, algo que ya estábamos acostumbrados a encontrar. ¡Cobrar los aparcamientos es un buen negocio en todo el país! Para más información, ésta es la web oficial: https://vintgar.si/?lang=en.

De vuelta a Bohijn aún tuvimos tiempo de hacer un recorrido en piragua por el lago, menos concurrido que el de Bled. La última hora de sol nos brindó un marco excelente para admirar la quietud de las aguas y la belleza del paisaje en este lugar mágico, bastante solitario en esta época del año. Imaginamos que en pleno verano será diferente.

Luego visitamos el pueblo cercano de Bohinjska Bistrica para hacer algunas compras. Hay una iglesia interesante, con uno de los cementerios más cuidados que se pueden ver alrededor. Esto parece una constante en Eslovenia: en todo momento tienen las lápidas impecables y llenas de flores.

En Bohinjska Bistrica hay más restaurantes y pizzerías con buena pinta que en Stara Fuzina. Sin embargo, esa noche cenamos en el apartamento para estar más relajados y arreglar un poco el equipaje ya que salíamos de allí por la mañana.

KRANJ Y LIUBLIANA

El cuarto día dejamos nuestro cómodo apartamento y nos despedimos de los simpáticos propietarios, ya mayores. Han conseguido ofrecer un lugar muy acogedor con una decoración particular.

Pasamos de nuevo por Bled y seguimos hacia Kranj, aupada en una roca entre dos ríos.

Es la cuarta ciudad más grande de Eslovenia, un lugar más poblado, pero menos turístico que los anteriores. Aun así, se puede dar un buen paseo entretenido por el centro. Vimos que hay mucha vida cultural allí, pero era un día festivo y estaba casi todo cerrado. Vimos el Teatro Presernovo Gledalisce en la Plaza Preseren, la entrada al osario eslavo más antiguo con el Museo, el Ayuntamiento, el castillo Khislstein, tres iglesias góticas estupendas y muy diferentes: la de San Kancijan del s XVI (muy bonito interior, hay que visitarla), la de los Santos Sebastián, Fabián y Roque en Puntgart (donde había una celebración ortodoxa muy animada, con gente tocando música y dando palmas), y la de Santa María del Rosario, que tiene un bonito claustro exterior.

En Kranj hay además 1.300 m de túneles de la Segunda Guerra Mundial, hechos para resguardar a la población, pero tampoco tuvimos tiempo de verlos. En fin, este lugar nos pareció que podría ser agradable para pasar más tiempo. Si queréis más información, esta es la página (en inglés) de su oficina de turismo: https://www.visitkranj.com/en

Nosotros seguimos por carreteras secundarias que serpenteaban por los interminables bosques eslovenos hacia Liubliana. La capital del país se desarrolla en torno al río Ljubljanica, al que debe su nombre. Es un lugar cosmopolita y tranquilo a la vez. Encontramos por allí unos cuantos españoles, estudiantes Erasmus, turistas y paseantes. Nos encantó el famoso Puente de los Dragones (Zmajski most), el Triple Puente (Tromostovje), la subida por el parque del castillo, una de las muchas zonas verdes que hay en este lugar, ¡con lo que llueve, no cuesta cuidarlas!! Nos tocó un día intermitentemente lluvioso y aun así tuvimos desde allí buenas vistas hacia el noroeste de la ciudad.

Una vez abajo, comimos rápido en la pequeña terraza del minúsculo local Klobasarna (Ciril-Metodov trg, número 15), un lugar a recomendar, especializado en TRES platos típicos eslovenos, simples pero sabrosos: salchicha de Carniola asada (Kranjska) con salsa de mostaza y rábano picante, sopa con arroz con o sin salchicha de Carniola, y rollos dulces de postre. Tenéis la historia de las salchichas y la receta en su web: https://www.klobasarna.si/en.

 Por la tarde seguimos viendo cosas interesantes: la Universidad de Liubliana; la catedral católica, con sus puertas algo tétricas, muy decorada en el interior (entrada: 2€) … Incluso nos topamos con un dispensador automático de leche fresca, buenísima: llevas la botella y compras lo que necesites.

También había huevos y otros productos de huerta. Una idea que nos pareció estupenda, en lugar de la típica comida que suelen ofrecer los expendedores automáticos.

 Habíamos reservado un hotel sencillo pero cómodo para una noche, y con aparcamiento: Luwiana Suites (Rožna Dolina, cesta IV 36), al otro lado del parque Tivoli, y nos fuimos a descansar un rato para después volver al centro caminando. Queríamos cenar en uno de los muchos restaurantes junto al río. Nos quedamos en el Romeo, un local sin pretensiones con comida mejicana y de fusión, con una agradable terraza y precios moderados. La oferta gastronómica es variada en Ljubljana y en general a buen precio.

CUEVAS DE POSTOINA, CASTILLO DE PREDJAMA Y SUBIDA AL MONTE NANOS DESDE RAZDRTO

Desayunamos en Ljubljana y salimos hacia Postoina, de nuevo por carreteras secundarias para seguir disfrutando del paisaje. Esta zona es el Carso (Kras en esloveno, en alemán Karst), que da nombre a estas formaciones rocosas de calizas –paisajes kársticos- donde abundan las cuevas, entre ellas la muy famosa de Postoina. Nosotros nos detuvimos sólo a tomar algo en una panadería artesana del camino, y llegamos al castillo de Predjama con el cielo cubierto.

Es una fortaleza del siglo XVI, situada en un enclave espectacular, medio agazapada en la roca (jama significa cueva en esloveno), aprovechando la ladera de la montaña. Existe una oferta turística muy desarrollada en esta zona, desde hace casi ¡200 años! Se pueden visitar las cuevas, incluyendo un vivario de “crías de dragón” (los famosos y desvalidos proteos). Hay más información en su web, desde la que se pueden comprar las entradas individuales o combinadas (y es de las pocas con información en español, para que se vea lo turístico que es): https://www.postojnska-jama.eu/es/conoce-el-parque/, Hace falta tiempo para hacerlo todo.

Nosotros nos decantamos por seguir hacia terrenos menos transitados, para subir al Monte Nanos, que en realidad forma una meseta. El geógrafo griego Estrabón lo consideraba como el último pico de los Alpes, y se incluye en la extensión hacia el norte de los Alpes Dináricos. Esta meseta está en las inmediaciones de Razdrto, pueblo famoso desde tiempos romanos como paso importante de Trieste (Tergeste) a Ljubljana (Emona), y en el siglo XIX por el tránsito de camineros. Hay paneles de información al respecto en el inicio de la excursión, bastante señalizada. Aun así agradecimos habernos descargado el track de Wikiloc, para subir hasta el pico Pleša Peak (1.262 metros) por el lado oeste, y bajar hacia el este, donde hay cadenas para salvar cuatro pequeños tramos. En total unas 4 horas con paradas incluidas, y tuvimos buen tiempo.

Ya había que seguir con calma hacia nuestro alojamiento esa noche (Apartments Pronavtik) en Piran, ya en la costa del Adriático. Teníamos terraza y muchos árboles frutales en el jardín, con vistas al lejano mar. Hay lo necesario para cocinar: hicimos una cena ligera y bajamos las muchísimas escaleras que llevan al centro en 10 minutos. Dimos un paseo nocturno por esta pequeña ciudad de gran influencia veneciana.

PIRAN, IZOLA Y ¡HASTA PRONTO, ESLOVENIA!

Nuestro último día en Eslovenia fue para descubrir la costa tan breve que tiene el país, entre Croacia e Italia. Piran e Izola. Esta zona ha sufrido conquistas de muy diversos pueblos, desde francos a austríacos, pero la mayor influencia fue de la República de Venecia y aún hoy se habla esloveno e italiano allí.

Nos gustó mucho pasear por el pequeño puerto deportivo, lleno de medusas transparentes e inocuas al parecer por la gente que todavía se bañaba en octubre; por la Plaza Tartini, las callecitas peatonales alrededor, y la iglesia de San Jorge. Hay buenos lugares para tomar algo frente al mar.

Nosotros teníamos que seguir viaje así que la comida la hicimos en la cercana Izola, una versión reducida de Pirán, que incluso nos gustó aún más por sus calles mejor cuidadas que las de su ciudad vecina.

Comimos en Restavracija Parangal calamares a la brasa con patatas hervidas y espinacas, que es típico de esta zona.

El sitio es muy agradable aunque el camarero se lió con el pedido de la bebida. Precio medio. Había muchos sitios donde escoger, pero disfrutamos de la comida y con el viento que hacía, ¡agradecimos estar en una terraza protegida!

Luego nos tocó bastante coche por la costa, eludiendo la industrial Koper y parando en Trieste, que merece una visita específica más larga, de camino a Venecia. Estiramos las piernas en el bonito Sentiero Rilke, una caminata llana sobre los acantilados, de la que contaremos más cuando hablemos del norte de Italia.

Compartimos este enlace a una página en español: https://www.turismoeslovenia.es/ que está especializada en este país, y hacen circuitos organizados también, con entradas, para quienes prefieran visitas o actividades programadas, pero igualmente interesantes.

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