Parque Regional Montaña de Riaño desde Verdiago

Perfil de la montaña Riaño

Este parque regional comprende las montañas previas a la Cordillera Cantábrica desde el sur, y se sitúa al noreste de la provincia de León. Rodea el bello, aunque nuevo pueblo de Riaño, también conocido como la “Suiza leonesa” por las montañas que bordean el embalse. El antiguo Riaño quedó sumergido en 1988 bajo las aguas del pantano que lleva su nombre, que también engulló ocho pueblos más, a pesar de una fuerte oposición popular, contrarrestada por la firme política del gobierno de turno, aunque la historia de la presa comenzó durante el franquismo.

Decidimos buscar un lugar tranquilo desde donde iniciar las excursiones y optamos por el pequeño pueblo de Verdiago, prácticamente absorbido por la iniciativa de un emprendedor matrimonio que está convirtiendo este lugar casi abandonado en un bello enclave con varias casas decoradas con gusto, al mínimo detalle, pero respetando el medio ambiente. Se llama “Verdiago Vive” (https://verdiagovive.es//verdiagovive.es), y os lo recomendamos para alojaros allí sin duda. Nosotros nos quedamos en “La Casita”.

Narciso en La Casita

Día 1.- Alrededores de Verdiago.

El río Esla en Verdiago

Llegamos al pueblo antes de comer. Una vez ocupada la preciosa casa rural donde nos alojamos, decidimos aprovechar la tarde con una corta excursión por los alrededores. Los propietarios de la casa rural nos recomendaron recorrer el río Esla en dirección al antiguo pueblo minero de Sabero, para ver los restos de las antiguas extracciones de minerales, además de utillaje antiguo que se utilizaba para llevarlos hasta la otra orilla del río, limpiarlos, etc. Seguimos estas indicaciones, iniciando la excursión ya desde la casa, cruzando el pueblo hacia la carretera provincial y el recorrido sigue en la otra orilla del río Esla, que inicialmente transcurre plácido, después hay una breve zona de rápidos para llegar a una playa fluvial, cerca de la que se encuentra un área recreativa con una fuente, donde comemos los bocadillos y la fruta que habíamos preparado antes de salir. Más adelante hay un puente colgante, a las afueras de la aldea de Alejico.

Puente en Alejico

Un poco después ya llegamos a la carretera que va hacia Sabero, donde se puede visitar el Museo de la Minería de Castilla y tomar una pista forestal hacia el río para regresar a Verdiago. Como la idea de hacer un tramo largo asfaltado no nos convence, en su lugar desandamos la ribera del Esla y a la altura de la pista forestal que llega desde Sabero, ascendemos una pendiente bastante empinada, ladera arriba, para recorrer las minas de la zona. Hay un cable que ayuda en algún tramo: la subida no es peligrosa, pero se agradece el cable en particular en la bajada. Seguimos un buen trecho por esta senda, con dos miradores hacia el valle, y luego por la pista forestal, aunque sin llegar a Sabero porque se hacía de noche.

Vacas en Verdiago

Nos da tiempo a la vuelta de disfrutar de la última luz, y ver algunas vacas y otros animales en los pastos. Un paisaje bucólico, con la comodidad de hacer nuestra cena y echar un tronco a la chimenea antes de ir a dormir. Habíamos hecho la compra antes de llegar a Verdiago, donde no hay tiendas de comestibles, al pasar por Cistierna, en un supermercado. Nuestra casa, sin embargo, sí está bien surtida para un sencillo desayuno de café, leche, tés, tostadas con pan de pueblo, tomates y zumo de naranjas frescas.

Horreo en Verdiago

Día 2.- Pico Gilbo, el “Cervino leonés”. Riaño

Embalse con Gilbo al fondo

Distancia recorrida: 10 km., ruta circular, con desnivel positivo y negativo de 600 m. El nivel es de fácil a moderado, sobre todo en la última parte, ya que hay que trepar un poco antes de hacer cumbre. El resto de la ruta es cómoda, muy transitada y bien señalizada. La duración es de unas 5-6 horas, dependiendo de las paradas y de la forma de los excursionistas.

Cervino leonés

El Gilbo (1680m) es conocido como el “Cervino leonés” por la silueta piramidal que ofrece en una de sus vertientes, la noreste, que se ve desde Riaño. Es quizá la excursión más popular en el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre.

Subiendo al Gilbo

Nosotros dejamos el coche en un amplio aparcamiento situado antes de entrar al viaducto que cruza el pantano, en la carretera que une Verdiago con Riaño, e iniciamos el recorrido desde allí. Numerosos excursionistas habían tenido la misma idea, pues fuimos en un domingo. El sendero está claramente marcado: comienza como pista forestal en la margen izquierda del pantano. Las vistas son de una belleza desbordante, con el pico Yordas nevado en la cumbre y el cielo azul, reflejándose en las aguas límpidas.

Hacia el Gilbo

Al final de la lengua del embalse hay otro sendero de ganado señalizado a la izquierda, que es el que tomamos. Se puede hacer el recorrido en sentido contrario, tomando el de la derecha, igualmente bien señalizado. El camino empieza con árboles bordeando el pantano, luego hay un tramo de prado y bosquecillo ralo de monte bajo y matorral, que se adensa en un hayedo frondoso con algunos robles (Hayedo de Canal Moro). Vamos ascendiendo ininterrumpidamente hasta el collado de Vallarqué, atravesando zonas con cada vez menos vegetación hacia las cumbres calizas. Pasamos a la cara oeste del Gilbo para comenzar el último tramo, que es el más expuesto. Esto, unido a lo concurrido del camino por ser domingo y a que vamos con un niño de 9 años, hace que algunos nos quedemos allí a contemplar las vistas panorámicas de todo el pantano, en vez de hacer cumbre.

Cumbre del Gilbo

Se trata de un pico con dos cimas, la principal ofrece vistas aún más impresionantes, pero hay un paso algo aéreo entre ellas. Además encontramos ibones pequeños en el camino, resbaladizos, lo que aumentaba el riesgo de caída. A la bajada especialmente conviene ir con cuidado y no tener vértigo pues es un poco expuesta.

Comemos después de completar dos tramos de bajada, cuando ya se allana el camino. Después seguimos hacia la fuente de Las Biescas y un mirador, por un camino amplio, y nos acercamos a visitar la Cueva de la Vieja del Monte, por una ruta con más pinos, acercándonos al embalse. Jugamos a tirar piedras en este entorno idílico, sólo acompañados de rebaños de vacas pastando, y continuamos la vuelta siguiendo este margen del embalse por otra pista forestal, hacia el aparcamiento. Mientras, vamos recogiendo maderas abandonadas que echaremos a la chimenea esta noche.

Gilbo al fondo y vacas

Para acabar la tarde, damos un paseo por el nuevo Riaño, visitamos la Oficina de Turismo, donde nos proporcionan mapas sencillos y rutas para hacer por la zona, incluidas algunas excursiones fáciles. Hay que destacar en Riaño la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, trasladada desde el pueblo de La Puerta, románica con estupendos frescos góticos; hay dos hórreos asturleoneses que se conservan, el monumento “El silencio de las campanas” –que trata de recordar los pueblos sumergidos y la tristeza que conllevó, con un estilo peculiar – y el Museo Etnográfico Comarcal (si hay tiempo, nosotros no pudimos verlo). Tomamos un café en la Plaza de los Pueblos, junto a columnas conmemorativas de los pueblos anegados otra vez, en la terraza de La Taberna de Ana. Luego vuelta a nuestra casita para una cena tranquila.

Día 3.-Ascensión al Pico Yordas (1967 m) desde Liegos. Lois. Vía Saliámica.

​La dificultad del recorrido es baja-media, con un desnivel de unos 790 m.

A menudo esta excursión se realiza saliendo en barco desde Riaño, hacia los llamados “fiordos leoneses” (¡como vemos, esta zona tiene unos cuantos lugares que lo comparan con sitios pintorescos de Europa!). Se desembarca cerca del punto desde donde se puede hacer una subida bastante fácil al Yordas. Cuando nosotros fuimos el barco no operaba, por lo que tomamos la carretera desde Riaño a Burón y desde allí hacia Liego. Allí seguimos con el coche un tramo de pista forestal que lleva a Lois, el Camino de San Pelayo, junto al río Valverga, hasta encontrar un pequeño terreno donde pudimos dejar el coche. Así nos ahorramos unas 2 horas de caminata adicional por terreno bastante llano, entre ida y vuelta, desde Liego.

Hacia el Yordas

Con el GPS en marcha comenzamos, tras pasar una verja metálica, casi directamente el ascenso. Seguíamos según indicaciones que aparecen de vez en cuando aún por otra pista forestal, primero con pendiente bastante suave pero luego más pronunciada, serpenteando con curvas cerradas entre el bosque de hayas de Tendeña, hasta llegar a una fuente.

En la curva después de la fuente tomamos un sendero de ganado hacia la izquierda. El hayedo se hace más ralo y desaparece antes de llegar al collado Bahulloso (1650 m). La ruta está muy clara por las pisadas de los excursionistas y los hitos de piedras. Además, seguimos utilizando el GPS. Las vistas son excepcionales.

Neveros en el Yordas

Empezamos a ver neveros pequeños y las lejanas agujas de los Picos de Europa en un cielo a ratos azul y otros, medio nublado.

Rellano de la antecima del Yordas

Continuamos hasta el rellano de la antecima, lo que nos infunde ánimos al vislumbrar la cumbre. Hacemos una pausa para comer algo. El ascenso final es más empinado, por terreno pedregoso, sin vegetación salvo alguna nota de color morado de las siempreniñas(Erinus alpinus), pero no hay tramos aéreos. Apenas nos cruzamos con otro grupito de tres personas y luego en la cumbre, con una pareja que se sorprende al ver subir tan rápido a un niño.

Picos de Europa desde el Yordas

En la cima también hay un buzón donde se pueden dejar notas para otros montañeros. Disfrutamos de un poco de sol, y más luz para hacernos fotos en la nieve que queda del invierno, con unas vistas espectaculares al embalse. También el Gilbo, que subimos ayer, nos ofrece una cara distinta desde este lado, así como la montaña de Mampodre, los Picos de Europa…

Empezamos el descenso con buen tiempo, contemplando las flores amarillas de los narcisos silvestres (Narcissus pseudonarcissus) que adornan el césped natural. La vuelta se hace por la misma ruta, aunque con una parada para el bocadillo en la pradera más extensa y protegida antes de entrar en el hayedo.

Hayedos Yordas

Una vez de regreso al coche, como aún queda claridad, decidimos seguir hacia Lois por la pista forestal. Está en peor estado en algunos tramos, si bien se puede circular por ella con un vehículo bajo.

Catedral de Lois

Lois es una localidad del municipio de Crémenes. A pesar de tener muy pocos habitantes censados actualmente, es una Villa con un conjunto histórico muy interesante, donde desde el siglo XVIII hubo cátedra de latín que duró más de 200 años: en ella se formaron varios obispos y catedráticos, etc. Hay que visitar la Catedral de Montaña, que es la iglesia parroquial barroca monumental, casas de nobles de los siglos XVII y XVIII, y la Casa de Humo, de piedra y madera, con techo de paja y negra de hollín en el interior por años de uso de una vivienda sin chimenea. Hay algunos bares abiertos, además, por lo que se puede hacer parada y fonda, a pesar de que empieza a hacer más frío.

La vuelta a Verdiago nos lleva a través de una pequeña pero espectacular garganta que atraviesa el río Dueñas, el cual seguimos hacia Salamón y más allá, hasta su desembocadura en el Esla más al sur. Hacemos paradas interesantes en Crémenes mismo, para andar un corto tramo de la Vía Saliámica, antigua calzada romana que unía Asturias con León y aún conserva tramos empedrados entre Crémenes-Villayandre y Valdoré, en particular la zona conocida como El Pajar del Diablo.

Como en días previos, después es muy agradable cenar en nuestra casa rural junto a la chimenea y luego utilizar los juegos de mesa que también proporcionan con la casa los propietarios.

Día 4.- Carande y la Senda de la Mitología Leonesa.

En nuestro último día en la casita de Verdiago queremos hacer una excursión más tranquila, orientada al más pequeño del grupo, que ya ha cumplido 9 años. Tras un desayuno copioso, salimos hacia Carande, situada en un brazo del pantano de Riaño, municipio al que pertenece esta pequeña localidad. Es de las pocas que se salvaron cuando se construyó la presa, y tiene buenas vistas tanto al pantano como a las montañas de alrededor.

Acebos

La ruta elegida es la Senda de la Mitología Leonesa, un paseo de poco más de 5 km que atraviesa bosque mixto cantábrico: robles, hayas, serbales, acebos, avellanos… Además es una zona muy propicia para los hongos y las setas. A veces podemos encontrar huellas de corzo, jabalí, oso y lobo. Hay miradores con espectaculares vistas… pero lo más importante es que se trata de un sendero didáctico relacionado con la etnografía leonesa, con su mitología en concreto.

La Senda de la Mitología Leonesa es la ruta homologada SL – LE 7, incluida dentro de la red de senderos locales de León.

Aparcamos muy poco antes de llegar al pueblo de Carande, en la calle Solascasas, ya que al lado se encuentra el panel informativo de la Senda. El camino comienza en dirección a la fuente, escondida entre álamos y chopos, aunque nosotros vamos a realizar una variante en sentido inverso y añadir algunos kilómetros, acercándonos al pantano, ya que hemos cogido un poquito de forma con las excursiones anteriores.

Pantano de Riaño

Por lo tanto, en vez de ir hacia la fuente y seguir hacia la izquierda, vamos de frente y subimos por las cuestas en zig-zag, rodeados de bosque de hayas por un camino forestal que se va empinando un poco hacia la Colladica d´Enmedio, donde se ha colocado el pequeño mirador “de Reñuberu” en honor a un ser mitológico de las tormentas cantábricas, para contemplar Riaño y las cumbres de Peñas Pintas, el Pico Gilbo y el Pico Yordas que ya conocemos bien. En el mirador hay un buzón donde escribir deseos para el camino. El componente más joven del grupo hace una figurita de origami y la pone dentro de la caja, junto a los deseos de los otros caminantes. Seguimos la pista forestal con subidas más pronunciadas a ratos, para encontrarnos la primera figura mitológica, el Diañe o Diañu, un ser malévolo o pequeño demonio, más de bromas pesadas y sustos a caminantes y vecinos, que toma forma tanto animal como humana. Es la primera de las 4 figuras mitológicas hechas en madera con una motosierra por el escultor José Llorente. Cada escultura tiene un panel informativo sobre su historia y papel en la mitología leonesa.

Poco después encontraremos el desvío hacia la izquierda que nos indica el sendero que debemos coger para conocer a La Mora o Xana, la ninfa de las aguas que está en la Laguna de los Encantos, que tiene agua ya que estamos aún en época de deshielo.

Caballos en Carande

Volvemos a la pista que llevábamos para continuar hacia una fuente y atravesar la campa de Pelencinos, donde ya nos desviamos de la Senda y seguimos por las Fuentes del Venero, aprovechando las zonas más bajas, donde vemos rebaños de caballos y potrillos (es la época de cría). Valleja de las Madricas es la siguiente referencia hasta llegar al borde del pantano, en una zona donde descansamos un rato cerca de los Invernales del Salio. Hay algunos huesos diseminados, de animales que acabaron sus días en un entorno tan privilegiado. Empezamos la vuelta primero bordeando el pantano un trecho, luego a través del espectacular hayedo subiendo el Cueto de Pujedo.

Caballos

En una cuesta nos paramos a comer, contemplando las manadas de caballos. Más tarde, atravesando algunos prados y zonas inundadas, tomamos la dirección del cueto de Valdecolina.

Continuamos por el sendero hasta coger un ligero desvío hacia la izquierda para ver al Trasgu, un pequeño duende que vive en las casas y los bosques de noroeste. No lejos de allí, hacia la derecha a la entrada de un avellanal encontramos a la Vieya del Monte, la última de las 4 figuras mitológicas, que es la figura principal en la montaña leonesa, y da alimentos a los pastores cuando se acercan a su casa.

Embalse de Riaño

La última parte de la ruta avanza en suave descenso hacia la Collada de la Carrizosa, siempre con buenas vistas hacia el Embalse de Riaño. Salimos por el camino de Valcayo, que va bordeando todo el valle por su parte derecha, y ya es terreno prácticamente llano, hasta que nos encontramos con la fuente donde está el panel informativo de parte la ruta que acabamos de completar.

Hoy ha sido un día más relajado, así que tomamos algo sentados en la terraza del bar de Carande, amablemente atendidos, y después vamos a hacer el equipaje y disfrutar del último paseo por Verdiago y su fuente y hórreo, para salir al día siguiente después de desayunar, llevándonos un estupendo recuerdo de este corto pero precioso viaje.