Khao Yai, un parque nacional del norte de Tailandia
En Laos nunca se sabe exactamente a qué hora salen los buses ni a qué hora llegan. Cuando quisimos cruzar la frontera tailandesa en Nong Khai, ciudad a la orilla del Mekong, teníamos claro que el tiempo no había que medirlo con lupa sino con relajación, al paso que marca el territorio. En el país vecino ya están más acostumbrados al reloj… ¡pero sólo un poco más! Así que nos tocó un larguísimo viaje de aproximadamente 9 horas en autobús en dirección Pak Chong, pasando por Khong Kaen y Nakhon Ratchasima. Se puede cenar allí en el animado mercado de la zona, muy barato y rico, rico, para recuperarse.
En nuestro caso, cogimos un sorngtaaou, una camioneta que hace las veces de taxi compartido, en dirección a la entrada del Parque Nacional de Khao Yai. Después ya sabíamos que hay que buscarse la vida para llegar, montaña arriba, al centro de acogida del parque, desde donde parten los recorridos: o con bici, coche o moto particulares (que habría que haber alquilado previamente) o ponemos a hacer autostop, también recomendado en la guía de Lonely Planet, que nos ayudaba tanto.
Pero funciona, pues llegamos en un santiamén al centro de acogida y comenzamos las excursiones números 4 (Dong Tiew-Mo Sing) y 5 (Dong Tienw- Nong Pak Chi). En total sólo pudimos caminar unas 3 horas efectivas ya que había que coger otro sorngtaaou tuneado de vuelta a las 16:00 horas, la última opción de servicio público para volver a Pak Chong.
Algunos recorridos por el Parque Nacional de Khao Yai son totalmente selvátibcos, entre árboles altísimos con troncos retorcidos, de los que se descuelgan enormes lianas. Sin embargo, en el segundo recorrido llegamos a una torre de observación atravesando una llanura de hierbas altas y secas; más adelante hay que cruzar el vado de un río a través de un árbol que hace puente, todo muy entretenido.
En muchos momentos intuimos la presencia de muchos elefantes por encontrar rastros de… ¡deposiciones! Al finalizar el recorrido encontramos un montón de monos curiosos y sin miedo, que se acercan incluso hasta la carretera