Dave nos relata su viaje al país de los faraones
Desde niño, cada vez que pensaba en Egipto, me venían a la cabeza las 3 pirámides de Guiza, la Gran Esfinge y el faraón Tutankamon, imágenes tantas veces vistas y estudiadas en los libros de texto del colegio. Eso fue una pequeña parte de lo que llegó a ser Egipto entre 3300 a.C. y 332 a.C., años marcados por sus diferentes dinastías y periodos. Durante el viaje te empapas de su cultura, del complejo sistema de escritura, de los jeroglíficos, de cartuchos reservados sólo para los faraones con sus nombres, del significado que tenían para los antiguos egipcios sus majestuosas construcciones y sus creencias del más allá… En definitiva, de la grandeza y el misterio de una civilización ancestral.
Nosotros realizamos el típico tour por Egipto, volando hasta la ciudad de Luxor, para empezar desde allí un crucero por el Nilo. Este es el segundo río más largo del mundo (6.650 km). Como no podía ser de otra manera, tenía que empezar hablando de su importancia en el nacimiento y desarrollo de la civilización egipcia y de la cultura faraónica. Actualmente, cerca del 98% de la población se concentra a lo largo de sus orillas, ya que más del 90% del territorio del país son áreas desérticas. Tanto ahora como en la antigüedad el Nilo aportaba tierras cultivables para la subsistencia de todo el país.
Comenzamos la visita en Luxor por el templo de Karnak, ubicado en el antiguo Tebas, templo de culto dedicado al Dios Amón. Destaco en él la sala Hipóstila, con sus imponentes 134 columnas; los obeliscos, entre los cuales el más representativo es el de la reina Hatshepsut; sus jeroglíficos; el gran lago sagrado, cuya función principal era la purificación de los sacerdotes antes de realizar los rituales diarios de culto al dios Amón; la avenida de las esfinges de 2,7 km de longitud, con esfinges y estatuas con cabezas de carnero a ambos lados, que conecta este templo de Karnak con el Templo de Luxor hasta el Nilo; y, cómo no, el monumento en honor al Escarabajo del Faraón Amenofis III, al que siguiendo la tradición se recomienda dar 7 vueltas pidiendo un deseo.
Continuamos por el Templo de Luxor, que debería tener dos obeliscos a la entrada, pero sólo hay una, ya que el que falta, el de la derecha, es el que está en la plaza de la concordia de París.
Luego siguió una visita a la Necrópolis de Tebas, parando de camino a ver los imponentes Colosos de Memnón: dos enormes estatuas de piedra que nos hicieron sentir diminutos al observarlas de pie en medio del paisaje desértico.
A continuación nos dirigimos al majestuoso Valle de los Reyes, donde se encuentran las tumbas de la mayoría de los faraones del Imperio Nuevo, tumbas excavadas en la montaña para protegerlas de saqueadores. Visitamos 3: Ramses IX, Merenptah y Ramses III. Quedamos impresionados por la conservación de los coloridos jeroglíficos y pinturas de las paredes y techos, después de tantos años y saqueos que sufrieron las tumbas en la antigüedad. Por cierto, ¡qué calor pasamos tanto fuera como dentro de las tumbas! Allí nos dimos cuenta que no estábamos en Castilla, en sus bodegas también excavadas en la roca, en las que el calor brilla por su ausencia.
Sin palabras nos quedamos al ver el Templo de Hatshepsut en Deir El Bahari, excavado en roca y considerado la obra maestra de la arquitectura antigua. Es un templo especial y diferente a todos los demás; admirarlo nos hizo apreciar la grandeza de la Reina Hatshepsut en aquella época.
Continuamos con una visita a una fábrica de alabastro para ver el trabajo artesanal que realizan y la calidad de sus preciosas piezas.
Desde allí volvimos al barco para iniciar por la tarde el crucero por el Nilo, en dirección hacia Esna, disfrutando del paisaje desde la terraza y la piscina a bordo. No nos podíamos perder, ya entrada la media noche, el paso de una esclusa.
A la mañana siguiente amanecimos atracados en Edfu. Una vez cogido fuerzas en el desayuno, visitamos el magnífico Templo grecorromano dedicado a Horus, Dios Halcón, en el que quedamos impresionados por su gran estado de conservación y por la iluminación gradual que hay en él. No nos faltó la típica foto con la estatua de Horus en el patio del templo. Cada pared con sus jeroglíficos tenía una historia que contar, y nos hizo sumergirnos en la grandeza del antiguo Egipto. Nos perdimos por sus pasillos oscuros y estancias iluminadas…
Aprovechando para descansar y relajarnos contemplando los maravillosos paisajes, continuamos nuestra travesía por el Nilo hacia nuestro siguiente destino: Kom Ombo, donde visitamos el templo grecorromano dedicado por una parte a Sobek, Dios cocodrilo, en la mitad sur, y por otra parte a Horus, en la mitad norte. Se trata de una construcción única por ese diseño doble. Allí, entre muchos otros jeroglíficos, nos llamó la atención los que tenían dibujos de instrumentos médicos similares a los actuales. En este templo aprendimos lo que era el Nilómetro, pues pudimos ver uno de ellos: era una forma de medir el caudal del Nilo y así poder anticiparse a las crecidas tan desastrosas que desde tiempos remotos ha sufrido el río a lo largo de su historia. En las proximidades del Templo aprovechamos para visitar el Museo del Cocodrilo, donde se exponen esculturas y momias de cocodrilos.
Tras esta breve visita volvimos al crucero para continuar navegando y reponer fuerzas para el día tan largo que nos esperaba al siguiente.
Al llegar a Asuán a las 2 de la madrugada nos recogió un autocar para iniciar viaje de más de 3 horas por carretera (unos 300 km), adentrándonos en el desierto hacia Abu Simbel. En el trayecto pudimos deleitarnos con el amanecer. El viaje y madrugón merecieron la pena por disfrutar de este mágico lugar a orillas del Lago Nasser, de Templos excavados en la roca dedicados al Faraón Ramses II y a su esposa Nefertari, por su victoria en la batalla de Qadesh. La particularidad de los mismos es que no están en su ubicación original, ya que para evitar que quedaran sumergidos por las aguas con la construcción de la presa de Asuán, se trasladaron a escasos metros de su emplazamiento original. Esto no solo ocurrió con estos templos, también pasó con muchos otros que ante el temor de que quedaran sumergidos por las aguas y desaparecieran, la Unesco en 1959 inicio una campaña internacional de recaudación de fondos y de ayuda para salvar dichos monumentos, entre los cuales se encuentra el Templo de Debod, que Egipto regaló a España por su ayuda prestada, y el cual podemos contemplar y disfrutar en Madrid.
Ya de vuelta de nuevo en autocar y deleitándonos el conductor del mismo con su particular claxon turco que imitaba un simpático silbido cada vez que realizaba un adelantamiento, pudimos ver uno de los famosos espejismos del desierto. Regresamos a Asuán donde nos embarcamos en unas pequeñas barcas para ir a un islote del Nilo y poder realizar una visita del Templo de Philae dedicado a la diosa Isis. Templo que tampoco conserva su ubicación original ya que la isla donde se encontraba quedo sumergida por las aguas de la presa de Asuán, por lo que fue desmontado, trasladado y reconstruido en este islote cercano.
Ya por la tarde nos dimos un paseo en Faluca, ancestral barco de vela empujado por la suave brisa del Nilo y manejado por unos Nubios, en la que disfrutamos de un relajante paseo por el Nilo, viendo el reflejo del atardecer en el rio y escuchando el sonido del agua.
Visita al pueblo Nubio, viendo cómo viven y baño en el Nilo para los más atrevidos.
Paseo nocturno por mercado y tienda de especies de Asuán.
Ya a la mañana siguiente realizamos visita al Hotel Sofitel Legend Old Cataract Aswan, famoso por ser el Hotel donde se inspiró la conocida escritora Agatha Christie para escribir su libro “Muerte en el Nilo”.
No sin pena después de comer en el barco, y de haber disfrutado como enanos de esas maravillas, el crucero llegó a su fin y tomamos un Vuelo desde Asuán hacia el Cairo.
Y por fin llego el día tan esperado, la visita al recinto de las Pirámides en la Necrópolis de Guiza, Keops: una de las siete maravillas del mundo antiguo, Kefren y Micerinos. No nos lo podíamos creer, estábamos delante de las mismas, nos quedamos sin palabras ante tal majestuosidad, y ahí estaban imponentes desafiando el paso del tiempo.
Seguidamente visitamos uno de los monumentos más extraordinarios y emblemáticos, La Gran Esfinge, escultura de cabeza humana y cuerpo de león.
A continuación aprovechamos para ver el instituto del papiro, en el cual nos explicaron cómo se fabrican los mismos, y en donde aprovechamos para comprar unos papiros auténticos.
Después llegamos a Memphis que fue la capital del Alto y Bajo Egipto y posteriormente al conjunto funerario de Sakkara, el cual no deja indiferente, destacando las mastabas de adobe, la pirámide escalonada de Zoser, pirámide de Teti, tumba de Kagemni, etc… .
Desde Sakkara, a lo lejos pudimos intuir la pirámide Acodada (romboidal) y la pirámide Roja situadas en Dahshur a 40km al sur del Cairo, las cuales ya no tuvimos tiempo de visitar, pero que los Egipcios nos recomendaron con gran entusiasmo.
Llegado ya el último día fuimos a la Ciudadela de El Cairo o Ciudadela de Saladino y a la Mezquita de Muhammad Alí, también conocida como Mezquita de Alabastro, desde las cuales había un mirador en el que se veían unas impresionantes vistas panorámicas de El Cairo. Y seguidamente continuamos por el museo de arte Egipcio donde vimos una sala dedicada exclusivamente a Tutankamon.
Para finalizar estuvimos en el Barrio Copto, que está dentro de las murallas del antiguo fuerte de Babilonia, en donde su iglesia más antigua es la iglesia de San Sergio y San Baco construida sobre la cueva donde la Sagrada Familia se escondió en su huida hasta Egipto y en donde se puede visitar, lo que hoy es una cripta bajando unas escaleras dentro de la iglesia. También a destacar la iglesia de San Jorge y la iglesia Colgante.
Por último, nos perdimos por el Bazar de Khan Khalili, el mercado más famoso de todo Egipto, en el que regatear se convierte en todo un arte y en el que para los Españoles es famosa la tienda de El Jordi, con precios fijos y sin posibilidad de regateos.
Definitivamente Egipto no es un país que deje indiferente, es un país fascinante, de contrastes y a la vez caótico, en el que muchas veces no llegas a entender como las cosas funcionan, pero aún así lo hacen. Con un patrimonio inmenso en el que sales de él haciéndote más preguntas que respuestas y en el que la imaginación infantil se hace realidad. FIN.