Escrito por Dave
Túnez, a menos de 3 horas de vuelo desde España, es uno de los grandes desconocidos del Mediterráneo: estupendas playas, desierto, dunas, oasis, ruinas romanas, escenarios de películas, pueblos con encanto, casitas tradicionales, etc.…, y si a todo esto añades lo barato que es el país y la amabilidad de sus gentes, hace que sea un destino a tener en cuenta para unas vacaciones.
Nosotros volamos a Monastir y para la primera noche nos alojamos en un hotel al norte de Susa, en la zona de playas.
Al día siguiente comenzamos nuestro viaje. La primera parada la hicimos en Kairouan, considerada la capital del islam en África y una de las 4 ciudades santas, donde realizamos una visita de los Aljibes desde la terraza de la oficina de turismo (estanque de los Aghlabides), a la gran Mezquita de Kairouan y el Mausoleo del Barbero o de Sidi Sahab, un lugar de gran importancia para la religión musulmana, donde se practican circuncisiones a los niños pequeños. Aprovechamos antes de abandonar Kairouan para visitar una fábrica de alfombras artesanales que había cerca de la Gran Mezquita y en donde hacían auténticas obras de arte.
Ya por la tarde llegamos a Tozeur a nuestro hotel; una vez instalados y disfrutado un rato de la piscina para refrescarnos, visitamos en calesa un Oasis repleto de palmeras datileras, y en donde por primera vez vimos las famosas rosas del desierto (curiosos minerales con forma de rosa). También dimos un agradable paseo a pie por el centro de Tozeur.
Al día siguiente nos encaminamos a visitar el antiguo pueblo bereber de Chebika y el Oasis del mismo nombre, donde hicimos una ruta circular viendo en la parte final el nacimiento del río brotando directamente de la roca; también merece la pena la bonita pequeña cascada de Tamerza, en el interior del conocido como Golden Canyon, y la zona desértica de Oung Jemel. Como no podía ser de otra manera, aprovechamos la oportunidad de hacer una excursión en 4×4 por las dunas del desierto hasta llegar al decorado donde se rodó una de las películas de Star wars, en donde se recrea la ciudad donde vivía de pequeño Anakyn Skywalker (Episodio I: La amenaza fantasma). Ya de regreso al hotel paseamos otra vez por la ciudad de Tozeur y su mercado lleno de puestecillos.
Salimos al día siguiente hacia Douz, conocida como la puerta del desierto, atravesando el espectacular lago salado de Chott El Jerid, situado entre 10 y 25 metros sobre el nivel del mar y conocido por sus espejismos. Es el lago salino más grande del país, con una superficie de 7.000 km2 y 250 km de longitud, en el que se ven a los lados de la carretera salineras con pilas de sal preparadas para su procesamiento industrial. Ya instalados en el hotel de Douz, y tras disfrutar de un baño en la piscina del hotel, realizamos un divertido paseo a los lomos de un dromedario por las dunas saharianas, maravillados por la espectacular puesta de sol.
A la mañana siguiente partimos hacia Matmata: visitamos una de las casas trogloditas (típicas casas subterráneas de los pueblos beréberes) donde nos ofrecieron pan recién hecho, con aceite y rica miel. Continuamos hacia Gabes para visitar el mercado de las especias de Jara. Seguimos camino hacia El Djem, donde destaca el gran anfiteatro romano de forma elíptica, el más grande de África y que compite en dimensiones con el de Roma; en él se realizan espectáculos de música y teatro nocturnos: es uno de los imprescindibles en un viaje a Túnez, y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.
Para finalizar nuestro periplo por algunos hoteles del país, nuestro último alojamiento fue en Hammamet, donde ya sí descansamos 4 días, junto a las playas de agua turquesa y arena blanca en el Mediterráneo: un lugar idílico para relajarse y disfrutar del mar y el sol.
En Hammamet además merece la pena visitar tanto la medina nueva, y así ver una réplica de la Torre del Oro de Sevilla, o el parque de atracciones de Cartago Land, como acercarse a la vieja medina y maravillarse con una preciosa puesta de sol desde allí, o pasear por el Kasbah o fuerte español.
También aprovechamos uno de esos días en Hammamet para realizar una excursión y acercarnos a visitar la capital de Túnez, darnos una vuelta por su medina, declarada Patrimonio Mundial de la Unesco, con su fisionomía tan particular, con sus callejuelas, mezquitas, zocos y palacios, en la que adquirir un producto requiere utilizar el arte del regateo. Nosotros aprovechamos para comprar esencias de perfumes, fabricados por descendientes de antiguos andaluces.
Continuamos hacia los restos arqueológicos de la antigua y mítica ciudad de Cartago, con las Termas de Antonino Pío, la colina de Byrsa, fascinante ciudad por su historia y capital púnica, romana y bizantina. Y para rematar el día, la siguiente parada fue para callejear por el pueblo más bonito de Túnez, Sidi Bou Said, pintoresco y pequeño paraíso pintado en blanco y azul, famoso por sus vistas de toda la bahía de Túnez y por su té a la menta con piñones.
En definitiva, un viaje combinado que merece la pena por sus visitas culturales combinado con un buen descanso los últimos días en playa en hotel resort.
Túnez es un país que nos pareció seguro y del que aprendimos muchas cosas: que su gran fuente de riqueza son las minas de fosfato, su agricultura está basada en enormes plantaciones de olivos, de palmeras datileras y cuya flor nacional es el jazmín. Un país de contrastes, de desierto, oasis, playas, jardines repletos de buganvillas, etc.…, un país musulmán de mentalidad más abierta y moderna que otros países del entorno, y en el que el francés es su segundo idioma y casi todo el mundo lo habla.
Como parte negativa, que nos dio mucha pena, nos llevamos una imagen muy mala en cuanto a la cantidad de basura que había tanto en las calles de las urbes, y sobre todo, lo que más nos chocó, por cualquier otra parte del país: en las cunetas, incluso en el desierto, alejado de las ciudades. En definitiva, ésta es una de las cosas que tendrán que mejorar y concienciarse, e invertir en ello, lo primero por su salubridad y como consecuencia, también para atraer más turismo.